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MUJERES INVISIBLES

Mileva Maric: el deber y la devoción

Mileva Maric y Albert Einstein. Foto de Galaxy FM
Esposa y madre… Las pocas mujeres que podían escapar a esta especie de determinismo histórico en los albores del siglo XX y lograban acceder a una formación académica o científica estaban condenadas a desarrollar su carrera a la sombra de sus maridos.
Tan asumido tenía su rol Mileva Maric, la única mujer de su promoción en el instituto Politécnico Federal de Zúrich, que en una carta que dirige a su amiga Helene Kaufer comenta satisfecha: “Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido”.
El trabajo no era otro que La Teoría de la Relatividad y su compañero por entonces era Albert Einstein. Pero solo pasará a la historia el genio de aspecto despistado de melena blanca y encrespada. Muy pocos rendirán tributo a esta matemática que puso soporte a una de las teorías que revolucionó el mundo de la Física.
Nacida a finales de 1875 en Titel (Serbia) en el seno de una familia acomodada, su paso por el Instituto de Sremsja Mitrovica, que contaba con un completo laboratorio, decantará su vocación por la Física y las Matemáticas. Sus notas le permiten ingresar en el muy elitista Colegio Real de Zagreb, donde fue la única mujer en asistir a clases de Física, y le llevará a estudiar Medicina durante un semestre enla Universidadde Zúrich.
Afincada en Suiza, Mileva cambia sus intereses académicos e ingresa en el Instituto Politécnico (1896), donde conocerá a Albert Einstein. Completará su formación con estudios de Teoría de Números, Cálculo Diferencial e Integral enla Universidadde Heildelberg, Alemania.
A pesar de su impresionante talento, no consiguió pasar el examen final de su licenciatura en Física-Matemáticas. Aun así, hasta que abandonó los estudios en 1901 -y luego mientras duró su matrimonio-, fue una estrecha colaboradora del genio, como refleja una carta del propio Einstein donde afirma que espera acabar pronto su trabajo en común (con Mileva) sobre el “movimiento relativo” del éter.
En enero de 1902, un incidente marcaría profundamente la relación de la pareja. Mileva dio a luz a una hija, Lieserl. Mileva y Albert aún no estaban casados. La actitud de Einstein, que se encontraba trabajando como profesor en Schaffhausen mientras que Mileva permanecía en Zúrich, será determinante: se aleja de su compañera adoptando una actitud distante y fría.
Aunque contrajeron matrimonio un año después, la vida de pareja se centró casi exclusivamente en la colaboración profesional, y la de Mileva, al cuidado de los dos hijos frutos del matrimonio, uno de ellos con problemas mentales.
Los amigos de la pareja definen a esta pequeña mujer como “a una diosa. Tanto nos impresionaban sus conocimientos matemáticos y su genialidad. Los problemas matemáticos sencillos los resolvía mentalmente en un instante, y no tardaba más de dos días en aquellos que ocupaban varias semanas a los más hábiles especialistas. Y para resolverlos siempre encontraba vías originales y propias, las más cortas. Le resolvía (a Einstein) todos los problemas matemáticos. Resultaba desconcertante lo buena matemática que era” (Dr. Ljubomir Bata Dumic).
Mileva pagó con creces el destacar en un mundo de varones, y ni los sesudos barones dela Academia Sueca, ni siquiera el peculiar físico alemán, compartieron los honores del Nobel. Solo ocho años después del divorcio, el científico tuvo el gesto de reconocer la coautoría o aportación de su descubrimiento de manera indirecta al otorgarle íntegramente la aportación económica del galardón.
Algunos biográfos del Nobel concluyen que Einstein impuso a Mileva, por escrito, una serie de obligaciones conyugales que la marcaban definitivamente como esposa y madre sumisa y obediente al genio.
Mileva Maric, después de divorciada vivió algunos años en Berna, confinada en su casa entregada al cuidado de su hijo. Murió sola y olvidada en Zúrich en 1948.

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