Clara Campoamor. La conquista del voto para la mujer

Hemos elegido el nombre de Clara Campoamor para nuestra asociación porque representa la lucha de UNA mujer por conseguir unos derechos para TODAS las mujeres. La defensa que hizo del derecho al voto femenino le costó su carrera política y el ostracismo, le costó un enfrentamiento duro con gran parte de los hombres de su partido y con otra gran mujer, Victoria Kent. Pero la fuerza de las ideas y convicciones mueve montañas y las suyas eran tan poderosas que lo consiguió.

Nació el 12 de febrero de 1888 en una familia humilde del madrileño barrio de Maravillas. Su padre era contable en un periódico. Su madre modista, y de los tres hijos que tuvo el matrimonio vivieron dos, Clara e Ignacio. Cuando su padre murió, Clara dejó la escuela y se puso a ayudar a su madre repartiendo ropa. Entró luego de dependienta en una tienda y a los 21 años hizo oposiciones para auxiliar del Cuerpo de Correos y Telégrafos. Las ganó y empezó a trabajar en San Sebastián.
Cumplidos ya los 32 años, empieza una vida nueva: se matricula como alumna de Bachillerato y a continuación en la Facultad de Derecho. Con 36 años se convierte en una de las pocas licenciadas españolas y dispuesta a ejercer. Sus ideas sobre la igualdad de la mujer la acercan al PSOE y prologa el libro de María Cambrils Feminismo Socialista,
Formó parte de la Comisión Constitucional, de 21 diputados, y allí peleó eficazmente por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad legal de los hijos habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal, generalmente llamado voto femenino. Todo lo consiguió menos el voto, que tuvo que debatirse en el Parlamento. Y allí es donde Clara Campoamor se ganó un puesto imperecedero en la memoria de la libertad española.
La izquierda, con excepción de un grupo de socialistas y algunos republicanos, no quería que la mujer votase porque se suponía que estaba más influida por la Iglesia e iba a favorecer a las derechas. Éstas tampoco lo querían pero lo apoyaban porque creían que les podía favorecer. Entonces, el partido Radical Socialista puso frente a Clara a la otra diputada, Victoria Kent, para negar el voto de la mujer aplazándolo sine die. El debate fue extraordinario y la Campoamor arrolló. Pero no tenía mayoría. La consiguió con el apoyo de la minoría derechista, la mayoría del PSOE y algunos republicanos. Victoria Kent y los radicales trataron de ganar lo perdido mediante una enmienda constitucional, pero Clara la desbarató.
No entró en las listas del Frente Popular, que ganó por una mayoría más amplia que la derecha en 1933 y, evidentemente, con el voto femenino. Nadie le pidió disculpas. Escribió entonces, y publicó en mayo del 35, Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, testimonio de sus luchas parlamentarias y uno de los libros políticos más admirables y menos divulgados del siglo XX español.

Su fuerza y coherencia quedan plasmadas en estas palabras:

Tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que hicisteis vosotros, pero no tenéis el Derecho Natural que se basa en el respeto de todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la mujer se manifieste y no podréis seguir detentándolo… (Clara Campoamor en el Congreso de Diputados. 1 de octubre de 1934)


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